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BOB FOSSE

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando salí de ver la película CABARET presentí que el cine musical emprendía una andadura nada convencional, había nacido una nueva forma de ver y admirar el musical de siempre, pero esta vez con ojos vivos, mas brillantes y rompedores....Era como un antes y un después....Tuve que ver el film dos veces para cerciorarme mejor, para admirar despacio a una actriz descomunal: LIZA MINELLI, entrar en su voz, hundirme en sus gestos y dejarme llevar por una música descriptiva, envolvente, una ventana abierta, obra de un hombre desconocido para mi en aquellos años... ¿¿BOB FOSSE??, ¿quien era?, ¿Donde estaba escondido?. Así comencé mi búsqueda, alimentando mi cerebro de amante del cine una vez mas y en cierto modo comprendiendo su forma de hacer, de vivir, de crear, de sufrir también. Había algo en las biografías de Bob Fosse que me era familiar, y hasta hoy en día, su nombre me ha acompañado, junto con esa familia de actores, actrices, y estrellas que han dado a mi vida la luz que se me ha negado por otros conductos. Y ahora, ha llegado el momento de rendirle un particular homenaje a un hombre que siempre ha estado detrás de esas maravillosas coreografías de danza a las que tanto admiro.

 

 

Robert Louis Fosse, comenzó siendo bailarín. Pero era de los atípicos. Cuando sus íntimos querían ser abogados, médicos o militares, él optó por la profesión menos masculina del listín. Todos dudaban de su virilidad y la sombra de homosexual le molestó hasta el final de sus días, ¿Fué homosexual?, eso nadie podrá afirmarlo, lo que si era cierto es que Fosse tenía un ídolo, Fred Astaire, y no entendía el motivo de aquellas burlas. Porque para ser el hombre araña, el general Patton o el mismo presidente Lincoln, se pensaba en la fuerza o en el poder que podían ostentar con sus cargos y olvidaban que se podía hipnotizar con un paso, escribir con unas zapatillas de ballet o crear un nuevo lenguaje sobre el escenario. Con este razonamiento, Fosse metió en su maleta un sombrero y unos guantes y salió a conquistar el mundo. En el camino, se dio cuenta de que poseía limitaciones en su cuerpo. Así que usó un sombrero para tapar su incipiente calvicie, se calzó unos guantes para disimular el asco que le daban sus propias manos, cogió el bastón y agarró cuantas sillas se le atravesasen para ocultar sus carencias. De esta forma inventó su nuevo estilo de baile: una especie de jazz estilizado con pequeños movimientos sincronizados, donde sobresalían el cruce de tobillos, los golpes de cadera, el balanceo de los hombros y las posturas inclinadas, todo con marcadas connotaciones sexuales. Al principio no le fue muy bien. Actuó en lugares de mala muerte, vodeviles y en cualquier night club que le contratase, todo lo hacía con espíritu de superación, con alegría...Nadie le oyó nunca quejarse, para Fosse, en estas plazas se asentaba la verdadera vida. Algo dentro de él le decía que estaba haciendo lo correcto, que en cada garito aprendería cosas que lo llevarían a la consagración, a la fama, a ser el mas grande....y no estaba muy lejos de tener razón.

En 1947 Bob Fosse, con 20 años, había conseguido un papel para la película "Call me mister", y posteriormente aparecería en películas como "Give a girl break", "The affairs of Dobie Gillis" y un gran éxito de entonces: "Kiss me Kate". Para entonces, sus amigos seguían en el pueblo quizás casados y haciendo de machos vernáculos. ¿Y ante esto qué más pasaba en la vida de Bob?... Bob contaba entre sus amigos más selectos a Dean Martin y Jerry Lewis, se había casado dos veces, las dos con bailarinas y quizás aquí viene lo atípico a que me refería al principio: más que bailarín, parecía un poeta maldito pletórico de amantes, de fermentos, de olor a las seis cajetillas de tabaco que fumaba a diario y del polvo que desprendía su nariz. Que constara y para ello me he informado muy bien por gente que le conoció, Fosse podía ser de todo, menos homosexual. Hay otros momentos en la vida de Bob Fosse que suman los méritos suficientes para que engrose la galería de los ogros. Uno de los rasgos más personales era esa disposición a cambiar de ruta ante un eventual fracaso. Si el camino se le cerraba, él no se echaba a llorar. Simplemente, cogía el volante de su vida y se pasaba al otro canal con lo que tenía. Así fue como hizo su carrera de actor de cine. Cada vez más calvo, y menos guapo, Fosse se dio cuenta de que esa puerta se le estaba cerrando. Entonces, supo que esa no era su prioridad y lo más cercano a la gloria era el teatro musical. Así que para ese campo centro su batalla y al poco tiempo se impuso en esa selva que es el mundo de Broadway. Su nombre empezaba a destacar con fuerza, su forma de bailar, de crear coreografías saltaban todos los convencionalismos y al publico le gustaba, ganó un Tony, volvió a casarse con una bailarina y se transformó en uno de los coreógrafos y directores más solicitados del momento. Con 30 años, ya era una leyenda en Broadway. Cuentan que no había bailarina que se le resistiera. Con Bob, la operación iba más allá. Su sola presencia intimidaba, su gesto serio causaba temor, para a pesar de todo, en los mismos ensayos solía dar clases magistrales. Cuentan que, desde el banquillo de director, caminaba hacia un bailarín al que no le salía bien un paso. Y le decía “esto es lo que debes hacer, antes de ejecutar mil piruetas". El hecho era muy común en los ensayos, lo extraordinario era lo que todo lo que hiciera era de manera tan impecable a pesar de una resaca infernal o con un cigarro encendido en la boca. En un documental sobre su vida, un bailarín no dejaba de resaltar cómo, después de una de esas demostraciones, la larga colilla quedaba intacta en el cigarrillo que colgaba de los labios del que ya se hacia llamar "el ogro".
 

Era todo un genio en potencia, dotado de tanta precisión y perfección que comenzó a ser muy solicitado por Hollywood. Esa fue la jugada de Bob; demostrar que se había equivocado y que ahora él impondría su criterio. Para ese momento, su historial ya era impresionante: actor, bailarín, coreógrafo, guionista, director teatral, montador y director cinematográfico. Para su último oficio tomó una obra con la que había triunfado en las tablas, "Sweet Charity". Llamó a Shirley MacLaine para el papel principal y la filmó como si fuera Minelli. "Sweet Charity", era una de esas ideas que parecen disparatadas cuando se dicen en voz alta: Era una versión musical de LAS NOCHES DE CABIRIA, de Fellini con guión de Neil Simon y con su propia coreografía, y sería su primera película como director. La versión musical tiene altibajos propios de la bisoñez expresiva de Fosse, pero no olvidemos ciertos momentos antológicos, en los que se comprueba que el estilo Fosse ya muestra una personalidad acusada y elementos minimalistas que terminarían perfilando su firma. Yo tuve el privilegio de verla en un cine de Madrid, concretamente en la Gran Vía y me pareció fascinante, pero en EEUU fué un fracaso y casi le cuesta su carrera. Bob Fosse tenía el potencial para subvertir el género y, en vez de eso, había hecho un musical de la vieja escuela. Tenia que cambiar, eso lo tuvo claro después del fracaso y dejó por sentado que nadie, sino él, sería el futuro padre de un nuevo género... La oportunidad le vino con CABARET.

 

 

CABARET era una oferta que no podía rechazar. Allí estaban muchas de sus obsesiones. En principio, que la historia transcurriera en un club sórdido le venía más que mejor, era como un homenaje a sus raíces. El tocar temas como la intolerancia, el aborto, la homosexualidad y el ascenso del nazismo, le proponía el abordaje de problemáticas sociales e históricas nunca antes exploradas en un musical, y eso distaba mucho de ser todo lo que hizo. Cualquier otro se hubiera dado por satisfecho con lo que la película proponía por sí sola, pero no Bob Fosse. Él pensó que si se debía cambiar lo que se conocía como musical, entonces también tenía que hacerse desde la dirección. Las escenas coreografiadas, a excepción de una, fueron limitadas al cabaret. Esto rompía con la tradición de poner a cantar a la gente de repente y sin venir a cuento. El plano secuencia, tan propio de estas películas, fue reemplazado por planos cortos, a veces de detalle, sincronizados con cada compás de la música. Ésta era su revolucionara la manera de entender el género. También hubo unos caprichos que terminaron dando resultados: que cada bailarín hiciera gestos diferentes al de su compañero en las coreografías y que todos desayunaran pesado y no se rasuraran las axilas para así mostrarse ante las cámaras vulgares y menos glamorosos. La consagración vino sola para él y para su actriz, Liza Minelli. CABARET ganó todos los premios, no solo en EEUU, sino en el resto del mundo, lo que pudo e incluso marcó un récord en Bob Fosse que aún no ha sido superado: el de alcanzar el famoso derby del mundo entretenimiento, es decir, el de ser el único creador que, el mismo año, triunfara como director en el cine con CABARET, en la televisión con el espectáculo creado para Liza y en Broadway con PIPPIN. Liza Minnelli estaba en su cumbre después de interpretar CABARET, cuando le ofrecieron hacer ese espectáculo para televisión. Ella aceptó con la condición de que la dirigiera Bob Fosse. El maravilloso resultado es que fué un hito de la televisión: LIZA WITH A Z, y convirtió a Fosse en la única persona que en un mismo año obtenía un Oscar al mejor Director, un Tony al mejor coreógrafo por PIPPIN y un Grammy por “Liza with a Z“. El padre de Liza, Vincent Minnelli, le estaba profundamente agradecido y comprendía los impulsos autodestructivos de Fosse porque él había sufrido algo parecido con su esposa, Judy Garland, y fue de los pocos que entendió que Fosee hubiera sacrificado todos sus éxitos por haber sido reconocido como lo que él siempre se había considerado, un bailarín, y le dio la oportunidad de demostrarlo en una única actuación en su versión de THE LITTLE PRINCE. Curiosamente, la actuación de Fosse como serpiente en el número “Snake In The Grass” es lo mas destacado de la película, y la primera vez en muchos años y la última que Fosse se ponía delante de las cámaras... Y aun tiene uno que oír que el fallecido Michael Jackson revolucionó el baile... !!No me hagan reír!!.
 

LIZA WITH Z


Bob ya podría tenderse a descansar, el dinero llovía, pero... El genio se sumergió en las infidelidades, el alcoholismo y todo tramo disipado. Se llenó de estiércol todo lo que pudo, y dirigió a Dustin Hoffman en LENNY, volviendo a dejar a la gente con la mandíbula desencajada. La vida de un comediante salido del infierno no podía ser digerida con facilidad, y menos si se utilizaba la modalidad de documental en blanco y negro. Fué todo un giro de tuerca, pero nunca comparable con lo que vendría después.

 

Bob Fosse se sentía sobreviviente. Mientras dirigió CHICAGO en Broadway, el corazón casi le explotó, era la primera vez que le pasó y se debió a cuando Jessica Lange rompió la relación que mantenían como amantes. De la operación, salió pensando sobre lo que vendría a continuación. Si para "Sweet Charity" se había basado en LAS NOCHES DE CABIRIA, para lo que tenía en mente volvería el fantasma del Federico Fellini pero con 8 y ½. Fosse llamó al actor del momento, Richard Dreyfuss, y le dijo que lo quería para el papel principal. El intérprete no dijo que no. Estaba complacido de trabajar con el aclamado director. Iba a ser un puntazo para su historial, pero cuando leyó el guión, cambió de parecer y puso a su agente a conversar con Fosse. Éste le preguntó el por qué de la negativa, y la respuesta fué así: Dreyfuss era un hombre de familia con una reputación intachable como para encarnar ese personaje. Dicen que Fosse quedó de piedra, porque no veía nada raro en el papel del musical que había escrito: el de un coreógrafo, drogadicto, infiel, maldito y que muere de un infarto al corazón. ¡Cómo negarse a fingir eso por unas semanas, cuando él llevaba toda la vida viviendo el personaje!.

Fosse no cejó en su empeño, cambió de ruta y llamó a Roy Scheider para el papel. La película se transformó en una de las mejores autobiografías en vida jamás filmadas y, para colmo, a manera de musical. Otra vez "el ogro" se salió con la suya. Tomó las leyes del género y las puso patas arriba. Vistió al protagonista como a él mismo, le hizo llevar una vida parecida a la suya y contrató en el papel de la muerte a la única mujer que le había roto el corazón, Jessica Lange. Dicen que Scheider quedó bastante afectado en el proceso. ALL THAT JAZZ, fue otro alarde de maestría que se convirtió al instante en película de culto. Los bailes se sucedían en quirófanos, el protagonista moría al arrancar la cinta y la revista sobre la vida del mismo Fosse fue tan desgarradora como infalible. Cannes se le postró de rodillas y le premió con la Palma de Oro en 1980, el mundo entendió que el director iba en serio y la gente no sabía si felicitarlo o compadecerlo.

Obsesionado por sus demonios, el autor entró de lleno en otro proyecto cinematográfico, STAR 80. Éste no era más que un film biográfico de Dorothy Stratten, la famosa playmate de 1980 y protegida de Hugh Hefner. La película no fue de las más aplaudidas y supuso una especie de despedida maldita del cine. Porque si relatar el asesinato de la modelo por parte de su marido, con total lujo de detalles, ya era osado, quizás lo era aún más hacerlo a pocos meses de sucedido y sin ocultar el brutal amor que ésta sostuvo con otro realizador tan oscuro como Fosse: Peter Bogdanovich.
 

 

Para aquellos años, a Bob Fosse todo le daba igual. Antes de sus 60 años había filmado su vida y muerte, había revolucionado el musical mientras se cargaba de premios y le había demostrado al mundo que era un verdadero hombre: amantes, ex esposas, drogas, tabaco, alcohol y mucha tristeza. Volvió a Broadway y se dio cuenta de que el musical se estaba llenado de verdaderos homosexuales, gracias a todo lo que Andrew Lloyd Weber no cesaba de facturar: Cats, Evita, El fantasma de la ópera, siendo auténticos bombazos en todos los escenarios del mundo.. Así que pensó que había que rescatar el viejo espíritu, aunque le costara la vida. Y eso fue, precisamente, lo que sucedió.

Fosse trabajó con desenfreno en la gira de reposición para el teatro de "Sweet Charity", cuando un infarto como el de All that jazz lo fulminó en Washington poco antes del estreno. Nadie sabe si en la ambulancia tuvo tiempo de despedirse de alguien. Quizás pensaría en su gran amor, Jessica Lange, en un baile nuevo, o en sus principios. Los médicos que intentaron reanimarlo, comentaron que fué una muy triste escena, no pudieron hacer nada por salvar la vida a este hombre innovador, inteligente y un genio de la danza.

 Broadway ahora lleva su apellido.

Nunca he conseguido comprender esa pequeña aversión al cine musical tan generalizada en este país, puede que probablemente sea debida al doblaje, que evidentemente se interrumpía al comenzar los números musicales. Además, incluso las versiones originales cortan parte de los subtítulos en cuanto comienza la música, como si la letra fuera irrelevante. Pero aunque é siempre estuvo en contra del doblaje, no le quedó mas remedio que sucumbir cuando esto sucedía en el mundo, sobre todo en España... Fosse fué coreógrafo, bailarín, director teatral y cinematográfico, también drogadicto, depresivo, egomaníaco, seductor empedernido y un brutal ogro en mas ocasiones de las que debiera, Bob Fosse supuso una revolución en el teatro y en las películas musicales, a pesar de que sus obras fueron limitadas y se pueden contarse con los dedos de una mano. Para mí me basta con una sola: CABARET, y con ello he dicho mucho a favor de un genio de la danza.
 


Yo, aparte de una enamorado del cine, pretendo ser escritor o un pequeño historiador de cine y ello es palpable en este articulo en el que en ningún momento intento ocultar los aspectos mas negativos de Fosse, sus manías, sus mentiras, y sobre todo el trato que dispensó a todo aquel, o mas bien, aquella, que se le acercara. Un heterosexual en un mundo de homosexuales, su falta de confianza en si mismo le llevaba a coleccionar amante tras amante, con la aceptación de su esposa, Gwen Verdon y con sus amantes mas asiduas, como Ann Reinking. Es hasta cierto punto admirable como practicaba su vida sentimental, compuesta a su modo, y aceptada por todos. A pesar de ello, yo no me quiero centrar en su muerte física en 1987, sino mas bien en el proceso de autodestrucción que inició desde su juventud, y que tan bien mostró en una de los Films mas autobiográficos y menos autocomplacientes de la historia del cine, ALL THAT JAZZ. Bob Fosse solía decir que lo mas parecido a la felicidad que experimentaba era cuando solo se sentía miserable.

Después de que le diera el primer infarto sintió que le quedaba poco tiempo y se puso manos para relatar sus últimos días en esa nada complaciente obra maestra llamada ALL THAT JAZZ, donde cada escena y cada frase están tomadas de su propia vida. Dijeron que el guión era tan doloroso que su esposa no quiso participar, pero no así su amante de toda la vida, Ann Reinking, a la que vemos en la película rodeada de actrices interpretando a su esposa e hija. Ann hace, como no podía ser de otra manera, de amante. En el film se puede observar las impresionantes piernas de Reinking, un factor normal en todas las amantes de Fosse. No sobrevivió a su segundo infarto como dije anteriormente y falleció en un banco de Nueva York en 1987 y desgraciadamente los únicos testigos de algunas de sus creaciones fueron los que asistieron a las funciones de sus obras, nunca llevadas a la pantalla, pero si queréis acercaros mas a él, lo tenéis muy fácil, por mucho que os relate, nada como las impresionantes imágenes de ese canto de cisne que es: ALL THAT JAZZ.



 

All That Jazz

 

Este musical del que tanto he hablado me impresionó y todavía no he olvidado la sensación que recorrió mi cuerpo. Me fascina, es un espectacular musical dramático, con final inolvidable, como un adiós a la vida …
Réquiem a una existencia de drogas, mujeres, coreografías y espectáculo. El alma sale de nuestro cuerpo y es como un adiós a la recapitulación de una vida de exitos, fracasos y objetivos sin alcanzar… ¿Se hablará así de nosotros cuando hayamos muerto?.. Un final para un protagonista adicto a las anfetaminas, bebedor, fumador, mujeriego y obsesionado con el espectáculo, que empieza el día con Vivaldi, pastillas, y una frase elocuente y sarcástica:

 "Empieza el espectáculo"

 Cuando la ví, al salir del cine las lágrimas empañaban mis ojos... ¿Cómo podría volver a verla otra vez, y otra y otra? Ahora, que soy mucho más mayor, la tengo en DVD, y lo puedo hacer muchas veces. Nunca me cansa, siempre descubro un movimiento nuevo que se me había perdido en el universo de Fosse. La coreografía, expectacular, buen enlace de técnica, mejor adaptación musical. Para los amantes del ritmo es imposible, para los quisquillosos del milímetro, para los observadores pasivos a los que solo les baila el corazón, es un momento mágico donde se te confirma que el cuerpo humano puede bailar al son que sea y puede hacerlo de manera que el esfuerzo quede empañado por un resultado:

La belleza.

 En All That Jazz cuenta con todo lujo de detalles el visionado de un genio: Bob Fosse. El protagonista: Joe Gideon, un perfecto doble de Fosse encarnado de forma mas que convincente por Roy Scheider, fumador empedernido, adicto a la bebida, mujeriego y obsesionado con todo lo relacionado con el espectáculo. Un hombre enfermo del corazón entre nervios, cigarrillos y pastillas, creando en su mente números musicales de surrealista despedida. Esta película es un Réquiem pagano, delirante y socarrón de un coreógrafo canalla en el proceso de crear un espectáculo musical de Broadway, de montar la última película que ha rodado, otro guiño real, como director que fue de LENNY y de repaso por su propia vida, con la Muerte como interlocutora, interpretada por una bella Jessica Lange como la dama blanca. Recomiendo la película desde el fondo de mi alma, no solo en el sentido estructural de la misma, sino para asimilar, que no fué fácil ser un genio como Bob Fosse.
 

Jessica Lange y su fría e inmaculada belleza


Números musicales reales y oníricos, incorrección política, de un show que debe continuar, aun encontrándonos cerca del final de nuestra vida. Una reflexión musicada, triste y sarcástica sobre la Vida y la Muerte, las cosas por hacer y las ya hechas. La reflexión de un hombre cuyos días empiezan con Vivaldi, aspirinas, duchas, en ocasiones con olvidado cigarrillo en la boca, anfetaminas y una pose optimista ante el espejo recitando el mantra "Showtime, folks" , aunque aquí lo tradujeron como "Empieza el espectáculo". Es una mirada a la parte más dura, laboriosa y desagradecida de la farándula; el morir con las botas puestas; la obsesión por el trabajo; a la familia unida pero rota; recibir la muerte con una sonrisa. Una película a tener en cuenta de innegable magnetismo, originalidad y calidad. Se rueda en los Kaufman Astoria Studios y en el Palace Theatre, de Broadway. Fué nominada con nueve Oscar, ganando cuatro, (dirección artística, vestuario, montaje y banda sonora) y también con la Palma de oro, de Cannes. La narración se desarrolla mediante un largo flashback que recoge recuerdos del pasado, impresiones del presente y alucinaciones intemporales de Joe Gideon. El punto de vista es subjetivo y en todo caso se presenta distorsionado, alterado o incluso modificado por el estado de postración y semi-inconsciencia en el que se encuentra el personaje. El relato combina realidad, fantasía, subjetivismo y autocrítica. Su justificación responde al deseo de Gideon de revisar los hechos más importantes que han marcado su vida, el éxito profesional y los fracasos personales, que lamenta y de los que en ocasiones se autoinculpa sin piedad o al menos sin paliativos. La narración pone de manifiesto sus opiniones, inquietudes, ambiciones, deseos, frustraciones y afectos, que Joe explica a la bella Angélica. Algunos críticos vieron en el film elementos inconscientes, subconscientes, alucinatorios, fantasiosos, a los que calificaron equivocadamente de incompletos y confusos, por los paralelismos inspirados en la película OCHO Y MEDIO, en Stanley Kubrick y a Frank Sinatra. Nada mas lejos de la realidad, cuando el mismo Bob Fosse odiaba ciegamente a Sinatra, y rechazó siempre el estilo del realizador Kubrick. Los críticos escriben sin razonamiento o poco conocimiento cinematográfico, esa es una de las muchas y malsanas costumbres que cultivan estos señores.

 

 Cualquier concepto critico es en si mismo una acercamiento subjetivo a un objeto observado. Yo por eso, quiero comunicarme a través de mi website con los posibles lectores, dejando mi opinión sobre el que creo que es uno de los más logrados musicales del cine moderno y se merece la mayor de las honestidades. ¿ALL THAT JAZZ, el collage del corazón de Bob Fosse, ese fragmento de una historia alborotada de historias acaso no merezca ser analizado?. Para mi, como amante del cine, es un reportaje perdido en el tiempo. Fosse ya reconoció que la escena de la crítica a su último film en realidad le sucedió y que su contestación fué las mismas palabras que pronuncia Roy Scheider. Yo comprendo y entiendo que “El show debe seguir” instintivamente. Si así no sucede jamás sucederá. El éxito rotundo de la cinta no fue ni será proporcional al entendimiento de la misma. Por que en definitiva y queda bien claro que secuencia tras secuencia, es seguro que bien poco le importó a su director:

¿Se le puede explicar a un desconocido la fuerza emocional, la belleza abstracta o la imponencia poética de “Bye, bye love”?

En la cinematografía, a veces el concepto del arte esta sujeto a la necesidad brutal de acuchillarse el alma yendo aún a lo más profundo, maravilloso o miserable para terminar descubriendo que no existe adjetivo que aclare ese concepto tan básico denominado vida y ese otro intrigante que por desconocimiento existencial denominamos muerte. Entre ambos términos se encuentra ALL THAT JAZZ. Su creador la estructura en cuatro movimientos que finalmente y en mi caso con mucho asombro. descubrí toda la mecánica de la obra. Tal es la honestidad que el director se nos ofrece desnudo para que observemos su particular opinión sobre temas tan dispares como el amor, las obsesiones, la autodestrucción excusada en conceptos creativos, la temeridad ante lo inevitablemente temible, la angustia, la furia y claro, todo aquello que no logré definir cuando la vi por primera vez, porque minuto a minuto se convierte en el espíritu de Fosse...Un genio total...Está en cada uno de nosotros aceptar sus tesis sobre los grises del comportamiento humano, en particular el de los artistas y nos encontramos en absoluto libres para no considerarlas relevantes. No es mi caso y por eso valen estas líneas como ejercicio de comprensión. Salvador Dalí sostuvo que un lápiz sin Dalí solo es un trozo de madera. ALL THAT JAZZ, sin Robert Fosse es solo celuloide mudo.


He intentado ser todo lo esclarecedor dentro de la profundidad de la obra y poco específico sobre el contenido del largometraje, porque me parece muy valido aquello de: "Hay ciertas cuestiones que la razón no comprende", pero ateniéndome a la idiosincrasia de Fosse/Scheider, es seguro que viendo a Jessica Lange y su fría e inmaculada belleza, algo más que sonreír puede ser posible. Tal vez Bob lo sabía y no quiso prevenirnos...Y bienvenido sea.

 

 

 

 

CABARET

 

 

Tardé un tiempo en ver esta película, pese a su prestigio y sus ocho Oscar, porque pensé que se trataba de un musical más; bien hecho, sí, pero convencional. Cuando por fin me decidí, descubrí una joya cinematográfica enorme y maravillosa, que va mucho más allá del concepto de "musical", para contarnos una historia en las postrimerías del ascenso del nazismo en Alemania. La brillantísima interpretación de Liza Minelli, la caracterización del excelente Joel Grey como maestro de ceremonias del cabaret berlinés, las inolvidables canciones y números musicales, y el trasfondo histórico que vemos entre actuación y actuación, con el progresivamente enrarecido clima que se vive conforme los nazis van tomando el poder, hacen de CABARET, una de las 100 películas más importantes de la historia del cine. Todos los números musicales quedan en la memoria del espectador durante mucho tiempo, pero hay que destacar la divertida secuencia de Joel Grey con una mona, (metáfora sobre la tolerancia con distintas identidades sexuales); y el del nazi adolescente cantando en un primer momento y muy dulce una canción sobre animales y naturaleza, acabando en una exaltación colectiva del fanatismo y la barbarie nazi.

  Se han realizado contadas películas a las cuales podamos enmarcar como obras maestras y más si hablamos de musicales, un género demasiado complicado, dirigido a un publico especial. CABARET es una de ellas. Contiene todos los elementos para enamorarse platónicamente:

-La mejor banda sonora que se haya escuchado jamás.
-Interpretaciones dignas de pasar a la historia.
-Una fotografía estudiada, exquisita y atrayente.
-Un triángulo amoroso fascinante.
-Una dirección excepcional.
-Uno de los mejores montajes.
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¿Alguién da más?, tal vez CHICAGO.....pero a pesar de ser otro musical innovador, nunca alcanzará el nivel de CABARET.
 


Película de culto avalada por ocho Oscars. En su momento, se polemizó sobre la estatuilla ganada por Joel Grey en detrimento de Al Pacino como hijo de Don Vito Corleone, en EL PADRINO. En mi opinión, y respetando siempre a ese gran actor que es Pacino, nuestro querido bufón encarna a un personaje que destila un aura de irrealidad como pocas veces se ha visto en un film. Es como un fantasma de los deseos humanos. Alguien libre y absurdo que se cuela durante unos instantes en las vidas de los berlineses pre-nazis aportando ironía y sarcasmo con sus números musicales. Liza Minelli interpreta el mejor papel de toda su carrera, y el personaje del aristócrata alemán, completamente inesperado, profundiza en la riqueza de esta película. CABARET posee la que para mí es la secuencia más impactante. En sólo tres minutos, un genial Bob Fosse nos muestra mediante una de las canciones más bellas de la Historia, lo que todavía no ha conseguido nadie: explicar por qué el pueblo alemán se decantó en las urnas por un homosexual bajito llamado Adolf. La escena, censurada en Alemania durante la década de los 70, es para mi, irrepetible por su ejecución, su belleza, la canción, por su horror, por su puesta en escena... Un gran film que no decepciona a nadie y una total e indiscutible obra maestra.
 

 El musical, basado en la novela "Adiós a Berlín", de Christopher Isherwood, que andaba cosechando un estruendoso éxito sobre las tablas de Broadway, y que había visto la luz en Londres contando con Judi Dench como protagonista, fue adaptado al cine en la misma época en que Coppola lanzaba EL PADRINO. Ante tan gran competencia, pareciese que este digno musical podría quedar eclipsado, pero no fue así. Obtuvo los siguientes Óscars:

Al mejor director: Bob Fosse

Mejor actriz: Liza Minelli

Mejor actor de reparto: Joel Grey

Mejor banda sonora

Mejor decorado

Mejor montaje

Mejor fotografía

Mejor sonido.

Arrasó con los premios de la Academia, frente a los tres que se llevó EL PADRINO, Y, aunque para mí nunca me hicieron falta que una película sea muy premiada, para amarla y recordarla siempre como un producto único, creo que se merecía esto y mucho mas, respectando lo grandioso que fué para la Historia del Cine, la obra del maestro Coppola, por la que siento un cariño que pasa todos los océanos del tiempo inimaginables. Para ser un buen amante del cine, el saber diferenciar dos productos y darle a cada uno los elogios que merecen, lo tengo como una doctrina y en este caso lo es. Ambos Films son puro cine.

Bob Fosse conservó intacto el encanto y el ambiente chispeante y desvergonzado de un típico local nocturno de espectáculos, que se presenta como una alegoría de la alegría ruidosa sin prejuicios, y la evasión de los problemas de la vida diaria. El “Kit Kat Club” es pura filosofía que invita a dejar las preocupaciones en la puerta y zambullirse en la euforia de noches restallantes de música, colorido, risas, embriaguez, excesos y desinhibición. Mientras de puertas afuera el partido nazi alemán crece como una enfermedad y gana cada vez más fanáticos adeptos, mientras en las calles se suceden las emboscadas, los asesinatos y esos grupos de desaprensivos que marchan como legiones infernales insultando a los judíos, agrediéndolos y dejando ofensivas pintadas en los muros de sus viviendas, dentro del “Kit Kat Club” las penas se olvidan bajo ríos de alcohol, capas de maquillaje, ropas chillonas, coreografías de vértigo y canciones que hablan de felicidad, de amor, de dinero y de diversión. El maestro de ceremonias es toda una institución en sí mismo. Una institución sobre la libertad, el descaro, el ocio y el placer que cada noche, es completamente feliz dando rienda suelta a todo su caudal artístico. Ácido, avispado y punzante, bajo su maquillaje y su desparpajo destapa las hipocresías de una sociedad demasiado ciega por la soberbia. El cabaret es el núcleo tras el cual se originan historias personales. Punto de encuentro de un público deseoso de huir de la tosca realidad exterior, y de artistas que sueñan con un futuro de luces prometedoras, escenarios, bambalinas y éxito.


Sally Bowles es una gran cantante, nacida para el espectáculo, que regala su voz y sus naturales habilidades interpretativas al servicio del cabaret. Pero nada es suficiente para ella. No es más que un escalón en el camino hacia el triunfo, porque Sally a toda costa desea ser actriz.
Se cruza en su vida un joven británico, Bryan Roberts, al que convence para hospedarse en la misma pensión que ella. Surge la amistad y la atracción. Ella es un torbellino que oculta las tristezas de un corazón dolido de abandonos bajo kilos de rabioso maquillaje, trajes nada discretos, charla incesante y un ritmo acelerado e irresponsable. Él es discreto, bien educado, reflexivo, introvertido y responsable. Dos extremos que se acercan en una relación llena de chispas y de consuelo. Ambos se atreven a dejarse llevar y a ilusionarse… Pero no tardan en surgir las nubes que empañan la claridad. Se mueven en círculos en los que contactan con un aspirante a cazadotes que cae en su propia trampa al enamorarse perdidamente de una bella joven judía de familia rica. El es un barón libertino que los seduce a los dos y los sume en la confusión; y con otros personajes a cual mas carismáticos. Entre el cabaret, la pensión y lujosas mansiones, los días transcurren aceleradamente… Y los protagonistas continúan su búsqueda personal, entre momentos felices, tumbos, caídas y aceptación.


Los nazis crecen cada vez más, y se mastica tensión en la atmósfera. La gente apura un presente cuya amenaza se niegan a admitir, intuyendo que pronto vendrán malos tiempos… Y el esplendor conocido se esfumará. Pero no antes de que lo hayan aprovechado a tope. Como Sally y Bryan, se engañan con quimeras de sabor imposible, pero siguen bajo la carpa morbosa del cabaret.

 Bob Fosse firma una obra sin posible comparación, todo en CABARET roza la perfección y la meticulosidad de un hombre que nació, vivió y murió con la danza en sus venas.

 

 

Lo único que me queda por decir es lo que baila por la mente surrealista de los que nos denominados cinéfilos o mitómanos, los que devoramos la magia de una secuencia con sabor a miel, estiércol y sangre, los que no podemos apartar la mirada de una pantalla que, nos enseñan a vivir otra vida que no es la nuestra, los que valoramos una mirada, un gesto, una forma de caminar o los que no podemos ya desprendernos de una banda sonora plagada de movimientos: un allegro moderato, un bello adagio o un complaciente larghissimo, y todo esto nos hace mas vivos que nunca. Es así como amo este cine mío...

 Lo escrito en este articulo es un homenaje a uno de los cientos de genios que pueblan la Historia del Cine... Ellos nunca mueren, ahí están sus obras inmortales y sin duda alguna es el mejor regalo que nos podían dejar.