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LEJOS EL CIELO
Quizás todos nos hemos interrogado a nosotros mismos -en algún momento- mirando a través de la ventana hacia el exterior o buscándonos en nuestra propia “imitación de la vida” en un espejo y entonces, en un solo y diminuto instante, pensamos en lo lejos o cerca que estamos del cielo. El realizador estadounidense Todd Haynes es un apasionado del arte, pero del arte de existir a través de la emoción. Es imprescindible –y resulta recurrente- este mismo argumento que, cuando está ausente, pareciera que no habláramos de cine. Su película galardonada con el Premio Independent Spirit al mejor director en el año 2002, posee la virtud de engalanar y revalorizar el melodrama de los años cincuenta: Sólo el cielo lo sabe de Douglas Sirk. Y es que la fortaleza lírica de la música de Bernstein, que son los compases del año 1960 en From the Terrace, nos compra el billete a la manera de un Ticket, para intentar tomar asiento en un viaje al cielo.¿Qué te queda por delante cuando has construido una vida compartida con alguien, un hogar, unos hijos, y de repente todo se desmorona? ¿Qué se siente cuando descubres la traición, la negra oscuridad que acecha tras la apariencia agradable? ¿Cómo es ese abismo que se abre ante tus pies y que amenaza con tragarte? Todd Haynes construye como un maestro de la elegancia un drama impecable con agridulce sabor a clásico. Un magnífico tributo al buen cine de antaño, a ese technicolor que marcó una era con la pátina de colores vivos y contrastados que infundía a la imagen. Y también un rescate de aquellas bandas sonoras cuyas orquestas evocan un estilo, unas tendencias, una época de vestidos con falda de vuelo, de sombreros muy coquetos, de cabellos ondulados rubio platino a lo Jean Harlow o Marilyn, coches grandes de líneas alargadas y atrevidas con neumáticos blancos... Elmer Berstein, compositor desconocido que se ha hecho notar con sus partituras sobresalientes.
Todd Haynes, desde el principio al final, brillante en la forma y en el fondo, ha filmado un deleite de rojos y verdes en acusado contraste: la naturaleza exuberante y caducifolia de Hartford , las ropas femeninas, el rojo de labios, el cabello de la hija de Cathy, los coches que parecen gritar descaradamente a los cuatro vientos la prosperidad de sus dueños, la decoración de interiores... Y, bajo tan llamativo y sumamente agradable envoltorio estético, una trama doliente, plena de emociones condensadas que a veces afloran en un estallido contenido. Julianne Moore, que embruja con su dulzura, contiene en su rostro todos los matices de las emociones que teme dejar al descubierto. Su sosegada vida cotidiana de ama de casa eficiente, de esposa entregada, se viene abajo, pero ella opone a las dificultades la luminosidad de su espíritu sincero que se ve en entredicho, sometido a las presiones de la sociedad provinciana de Hartford. La maledicencia y los fuertes prejuicios raciales la acechan cuando ella halla una amistad inesperada que la ayuda a pasar el mal trago que está soportando. Que tu vida intachable se desmorone cuando vives en una ciudad de provincias puede ser muy duro....Sutileza, dolor a flor de piel, amores culpables, racismo, doble moral, hipocresía, maledicencia, presiones sociales... Todo hilvanado con una delicadeza que me habla elocuentemente acerca de la sensibilidad del director y su capacidad para tocar temas universales que nunca dejan, por desgracia, de estar en el candelero.
Este es uno de los mejores trabajos de Todd Haynes, cineasta tan atrevido como interesante, es un intento de volver a la esencia del cine melodramático, ese que se hacía tanto y tan bien en los años 50, ese que muchos llaman clásico, como por ejemplo ese que Douglas Sirk realizó con tanto brío y fascinación en películas como Escrito sobre el viento o Solo el cielo lo sabe, ese cine que ya no se ve, el que se agarra al corazón y lo encoge en un puño, el cine de toda la vida. Lejos del cielo puede y será tachada por muchos como un mero ejercicio de estilo y por otros como una copia de los esquemas clásicos hollywoodienses, pero para mi la excelente y compacta composición que el señor Haynes lleva a cabo en el "filme" es digna del mayor de mis respetos, reconstruye el sueño americano, para poco después dilapidarlo en una bajada directa a los infiernos, consigue dar una LECCIÓN DE CINE y arrancar sentimientos enterrados, fabrica un PRODUCTO DE LUJO de una fascinación visual y sonora sorprendentes, hace gala de un dominio del encuadre, de puesta en escena para quitarse el sombrero, borda la narrativa como un maestro y no solo homenajea a los clásicos sino que supone un refuerzo tan necesario como urgente. La película fluye con exquisita sobriedad, se sustenta en un mecanismo de relojería perfecto, la dureza del film contrasta con la fragilidad plástica y es que tratar temas tan grandes como xenofobia, homosexualidad, adulterio, machismo, rechazo, libertad, amor, odio... no es tarea fácil, pero si se cuenta con un trabajo tan equilibrado de esa actriz llamada Julianne Moore el empeño puede ser mucho más llevadero y es que logra una de sus actuaciones memorables, de las mejores vistas en los últimos tiempos, un gesto, una mirada y está todo dicho. Es por esto por lo que Lejos del cielo representa con dignidad lo mejor del cine contemporáneo, y demuestra como si se quiere se pueden hacer películas tan buenas como las de antes, obras imperecederas, dramas inmortales que emocionan hoy igual que hace décadas, grandes historias contadas con el arte y el poder de la imagen, CREACIÓN por encima de todo. LO MEJOR: Hay tanto donde esconder que me pierdo, los actores, la esplendorosa partitura de Elmer Berstein, la fotografía de Ed Lachman, la escena del pañuelo, su final en la estación de trenes, que hermoso...todo!!!....LO PEOR: Nada, aunque el riesgo de que desgraciadamente su repercusión hoy día no sea la merecida, por tanto es necesario mi reivindicación yo desde aqui puedo decir.
La película es donde las interpretaciones de los actores –Julianne Moore, Dennis Quaid y Dennis Haysbert- nos mimetizan con los personajes de la historia en el ámbito más difícil y ambiguo que tiene el ser humano: la capacidad de ser en el sentimiento de amar. La vitalidad del sufrimiento en la búsqueda de la felicidad, unido al espíritu teñido en un color desolador en su brillantez de la cinta -del pintor de la introspección urbana Edward Hopper- nos desliza hacia una puesta en escena absolutamente romántica formal, donde el guión se reduce en su texto para ceder el lugar a esos ojos de la actriz que -en la escena final buscando el anhelo de un consuelo, en esa mirada perdida que se desdibuja al tiempo que un tren se desvanece -se marcha sin retorno de espaldas al espectador. Eminentemente clásica, romántica, que evoca a David Lean en "Breve Encuentro", fundida en el rojo intenso de su abrigo y deshilachada en las notas lánguidas de mi admirado Elmer Bernstein. Cuantas “noches de copa” he relegado el jazz a favor de los compases melancólicos de Bernstein y he dejado evocar las imágenes de sus películas, escenas cortas de duetos interpretativos, de Newman y Woodward, de Moore y Dennis Haysbert, en ese lugar escondido del ruido, detrás de la casa, en un encuentro en el taxi con el saludo de un beso deseado y disimulado, en ese santuario de un paraíso perdido donde su deseo limpio de amor imposible le permite el atrevimiento de posar su mano con delicadeza en su hombro y ella se la besa muy suavemente al mismo tiempo que él en un sollozo callado le vaticina que su vida será espléndida lejos de él..... lejos del cielo. El personaje de Dennis Quaid, contenido, fuerte y roto al mismo tiempo, está trazado desde la verdad: “Estoy enamorado por primera vez en mi vida”. Es por ello que la película no es una reivindicación sobre el racismo, la homofobia y el clasismo, es mucho más al trascender sobre estos hilos arguméntales a un concepto íntimo de la existencia de hombre: la capacidad de querer al intentar amar. Y entonces el equilibrio de la imagen muestra la belleza de la vida, de los árboles, de los niños criados en ambientes distintos, de la evolución del desamor al amor, completan el cuadro de la esperanza interna que el hombre piensa que puede alcanzar al entender que en el principio de su voluntad su conducta está..... lejos del cielo.
Ella, en su afán de mantener su matrimonio intentará por todos los medios seguir al lado de su marido. De hecho, hasta lo acompaña a especialistas en medicina/psiquiatría porque Dennis Quaid siente que está enfermo, y se siente sucio por sentirse atraído por los hombres. Algo que sonará muy trasnochado hoy día, pero perfectamente comprensible para aquella época. "Lejos del cielo" es de los mejores films que se han hecho jamás. Y lo mejor que tiene es que es una película de verdad. Es decir, que no solo se centra en la historia que ya de por sí es muy fuerte y consistente, si no que sobre todo es una película narrada y realizada como las de antes. ¿Porqué no vivir según nuestras pasiones, según nuestros deseos, siempre que estos no ataquen a nadie? ¿Porqué no reconocer las verdades que nos harían libres, y poder así disfrutar del rayo de sol de cada uno de los días? ¿Porqué no poder escapar de existencias sosegadas y grises para vivir la felicidad que se nos otorga como seres humanos?. En Lejos del cielo todo queda muy, pero que muy lejos del cielo en el que esas máximas podrían ser posibles, pues con el paso de los años los humanos hemos creado unas sociedades, unas comunidades y unos valores que atrapan como los anzuelos a los peces: si quieres soltarte, pierdes la vida. Cathy vive encerrada en una jaula de oro, pero ella aún no lo sabe. Su vida es plácida, en compañía de su afectuoso marido y sus hijos, con la comodidad de una preciosa casa y buenos amigos. Además, sin ostentación, pero con un buen nivel de vida, posee servicio siempre que lo necesite. Pero como los árboles que rodean su jardín, que una hoja esté marchita y su color con el sol realce las bellezas de las creaciones de Dios en la tierra; no significa que esa hoja no vaya a caer, no haya muerto. Súbitamente, y como silenciosas corrientes interiores de secretos y susurros, la vida de Cathy va a desmoronarse, sin freno, y todo lo que ella creía tranquilo, en orden, cambiará de manera que ella no podrá seguir siendo la misma persona.
Tood Field realiza con esta extraordinaria película lo mejor de toda su colorista y vibrante carrera, ya que además de la belleza formal de sus encuadres, que merecen todos los premios de fotografía habidos y por haber, consigue crear un vívido estudio sobre los deseos humanos. Todo en su película respira cuidado, inteligencia, sutileza. Es difícil ver Lejos del Cielo sin sentirse absorbido por las furtivas pasiones de sus protagonistas, por el entorno tan bello y tan opresivo que les rodea. Es difícil imaginar un reparto más perfecto o más equilibrado que el de esta cinta. Y es humanamente imposible imaginarse una actriz mejor en el papel de Cathy, pues lo que hace Moore en esta película es insuperable. Por derecho propio hace que aclamemos una interpretación tan compleja, tan bella y dolorosa como la de Moore. Una mujer cualquiera en una vida cualquiera. Una mujer con su mundo, sin embargo, cayendo bajo sus pies, sin poder gritar, sin poder llorar, pues su labor y su virtud supuesta es el aguante y el silencio. Y la actriz expresa cada segundo de esos hechos, cada sorpresa y revelación, de manera que solo puedo calificarla de perfecta. El autor nos enseña que este es un paraíso entregado a todos sin excepción alguna. Ni siquiera la hipocresía social de la falsa economía del bienestar americana de los años cincuenta se eleva en la película como un argumento fundamental. Por eso la cinta de Haynnes no es una crítica social, ni siquiera histórica dentro de una sociedad puritana y falsa. Es un tema universal dentro de un contexto crítico concreto, como le sucedía a la cinta de Minghella El Paciente inglés. Si en aquella cueva fue un dedal el secreto de un amor escondido tras la soberbia, en Lejos del Cielo es un pañuelo cedido al aire y entregado ante la sorpresa y la admiración, por un hombre de color, sencillo pero íntegro. Ese es el juego del director entre el deseo y el atreverse a desear: la vida misma. En esta película de estética formal similar, el autor mantiene el tono de luz de Hopper, la desolación del interior reflejada en las calles y el interior de los lugares comunes a los ciudadanos americanos que comparten su monólogo con su desayuno y un desconocido que se sentó a su lado.
Quizás la vida nos presenta a lo largo de sus actos a todos los desconocidos del mundo que desearíamos, pero cuando el único que pretende conocerse es uno mismo: como en Lejos del cielo. No puede ser más contundente para el espectador a la vista del desarrollo de la cinta del autor, invadida por la presencia de Rooney Mara -una de las cuestiones que me llena de duda al no entender cómo la película de Haynes queda excluida de esta edición de los Oscar a favor de cintas como Spotlight o Marte e incluso La Gran Apuesta-. Haynes es un experto en mostrar la profundidad del alma en imágenes, desgarradas, silenciosas, casi del diván del Dr. Freud donde el resultado analítico es cómo el hombre se antepone con su verdad, a su bisexualidad, a las mentiras de los arquetipos sociales, pragmáticos, utilitarios y carentes de sentido, quizás para mi una salud equivocada del ser humano. Toda la belleza de Carol reside en un principio, en una idea inicial que posee el hombre a la hora de sentir. En el primer instante de sentir, ni Moore, ni Mara piden permiso para ello. Ni siquiera Patricia Highsmith lo pidió para escribir sus secretas novelas. En ambas películas de Haynes, no hay condena sino resignación y en Lejos del cielo una manifestación de que se puede amar en la lejanía, como hiciera Graham Green en El Fin del Romance: “A Dios no lo he visto nunca y lo amo profundamente”. Haynes y Platón desayunan juntos muchas mañanas del día, dialogan y después nos hacen sentir al objetivo de la cámara. Amigos os “moriréis de hambre” por rescatar Lejos del Cielo del 2002. Muy bien ambientada en una conservadora zona residencial de Connecticut en los años 50, la película gira en torno a Cathy Whitaker, una perfecta esposa, madre y ama de casa casada con Frank Whitaker , un respetado ejecutivo de éxito, que tiene una doble vida.. Un día Cathy ve a un hombre desconocido afro americano en su jardín, quien resulta ser Raymond Deagon, el hijo de su antiguo jardinero, y con el que forjará una buena amistad. Mientras tanto, Frank se ve obligado con frecuencia a quedarse trabajando en su oficina hasta muy tarde. Una noche Cathy decide sorprender a su esposo llevándole la cena a su oficina, descubriéndole abrazando apasionadamente a otro hombre. A petición de su esposa, Frank comienza a visitar a un psiquiatra con esperanza, pero él sabe perfectamente de su sexualidad. Su relación con Cathy atraviesa una gran crisis y empieza a evadirse con el alcohol. Incapaz de comprender el fracaso de su matrimonio, Cathy se refugia en su amistad con Raymond, cuya extensa cultura despierta su admiración, provocando con ello un auténtico escándalo entre sus vecinos. Al comprobar que el mundo idílico en el que vivía se está rompiendo en pedazos Cathy comienza a enamorarse de Raymond, lo que traerá consecuencias desagradables para ella y su familia, obligándole a hacer frente al clasismo y al racismo de la sociedad. Por su parte Frank, ante la imposibilidad de reprimir su homosexualidad se enamora de otro hombre, sabe que lo suyo no es una enfermedad, es tan cierto como esos orgasmos que siente....
¿Es posible que en aquellos años 50 la homosexualidad se la consideraba enfermedad?---
Con esta película el director Todd Haynes saca a la luz un gran género casi olvidado en Hollywood, el melodrama americano. Es el segundo trabajo de Julianne Moore junto con Todd Haynes. En el Festival Internacional de Cine de Venecia de 2002, ganó el premio a la mejor actriz (Julianne Moore) y el premio a la contribución individual. Los Whitakers, el típico retrato de una familia de los barrios residenciales, de Connecticut. Su vida está caracterizada por la etiqueta, los eventos sociales y el deseo de seguir el ritmo de los que les rodean y a los cuales observan cuidadosamente. Cathy Whitaker esposa y madre. Frank Whitaker es el cabeza de familia, esposo y padre. Tienen dos hijos a punto de entrar en la adolescencia, un niño y una niña. Según se nos va presentando la historia, el mundo original de Cathy se va trasformando. Sus relaciones con el jardinero, su mejor amiga, Eleanor Fine y su criada Sybil, reflejan los trastornos en su vida. Cathy se encuentra ante diferentes situaciones que esparcen los cotilleos por su comunidad, que cambian la vida para siempre.
Declaración del Director:
-“Crear un melodrama de la época de los cincuenta hoy en día contrasta duramente en medio de esta era enloquecida y difícilmente podría parecer un impulso perplejo. Los melodramas más intensos son aquellos sin villanos aparentes, donde los personajes acaban haciéndose daño inconscientemente, simplemente por conseguir sus deseos. Imponer ante la aparente inocencia de los años cincuenta temas tan volátiles como el racismo y la sexualidad es como revelar lo volátiles que esos temas siguen siendo hoy en día, y lo que tiene en común nuestro clima actual de complaciente estabilidad con esa era del pasado"-
Si buscamos una continuidad con el cine contemporáneo es más fácil hallarlo en cierto cine que en las prácticas feministas. Mientras que el cine de mujeres se veía obligado a definirse en oposición a estos modelos de cine clásico, algunos cineastas como Rainer Werner Fassbinder a Pedro Almodóvar pasando por Todd Haynes, sí que han encontrado en el melodrama de época un género del que se podían apropiar para sus propósitos. En el caso de Lejos del cielo, Haynes lleva a cabo una operación inesperada al respecto. Introduce la cuestión de la homosexualidad reprimida a través del marido de la protagonista, Frank, pero el centro de gravedad de la película se mantiene en el personaje femenino. De manera que la progresiva aceptación de su sexualidad por parte de Frank no interesa solo en sí misma sino sobre todo por la forma en que repercute en Cathy. Por momentos, él no deja de comportarse como el típico marido que vuelca en su esposa sus propias represiones y su necesidad hipócrita de mantener cierta imagen ante la sociedad. La fidelidad con que Haynes reproduce la estética de Sirk en Lejos del cielo conduce no a un ejercicio de neoclasicismo sino a un acto de autoconciencia y respecto al material tratado. Haynes subraya todavía más la imagen artificiosa que ofrecía de sí misma la sociedad norteamericana de entonces. Y sin embargo no hay ni un ápice de ironía en el retrato de las emociones de Cathy, esa mujer que encuentra en un amor prohibido su propia forma de liberación. Cerca del cielo porque pese a que los personajes de la película no podrían estar más lejos de él, yo no podría estar más cerca. Ver una cinta de Julianne Moore es una garantía de que se va a a ver una actuación digna, pero en este caso, la mujer vuela y brinda una caracterización soberbia en esta bellísima cinta del director Todd Haynes. "Lejos del Cielo" es una cinta que parece salida de los años ´50, ya que está filmada con la misma técnica y el detalle de la época, pero aquí la difererencia, es que se cuenta una historia que en aquellos años no podía ser contada. Es una verdadera maravilla que hoy en día se sigan contando historias tan honestas y necesarias como esta, y es que es una cinta excepcional, cuidada hasta el último detalle, desde su preciosa fotografía hasta su sencilla, pero precisa partitura. También cabe resaltar la belleza del guión, el cual es una sátira de las películas de este tipo, ya que su personaje femenino en vez de estar en el cielo, no podría estar más lejos de él; enamorada de un hombre con el que no puede estar y casada con uno que no quiere estar con ella, por razones ajenas a ella misma. Es aquí donde entra Julianne Moore, quien brinda la mejor interpretación de su carrera, y esto ya es decir demasiado después de verla en: "Magnolia", "Boogie Nights", y "The Hours". Moore encuentra el tipo de actuación o sobreactuación adecuado para el personaje y lo hace añadiéndole una carga emocional maravillosa, la cual va aumentando más y más a lo largo de su metraje mientras su personaje va cayendo más y más.... Film magnifico, cuyo final es increíblemente adecuado ya que viene a decir que la vida no es justa ni fácil...pero simplemente gloriosa.
Los personajes de Haynes luchan por ser ellos mismos, aunque fracasen en la recta final. Y Cathy, también... tal vez en otro universo, la posibilidad de un amor futuro. y Lejos del cielo es, al mismo tiempo, la anestesia de la emoción contemporánea y una elocuente película firmada por un artista verdadero. Y Cathy tan segura de sí misma incluso cuando parece que avanza sobre una cuerda floja, pero en realidad cuanto más débiles son los elementos con que cuenta más fuerte se hace. De allí la admiración del director Todd Haynes por la actriz que ha de enfrentarse a una serie de situaciones para las que no soñaba estar preparada. Julianne Moore está impresionante, no encuentro palabras, cada vez que veo el film, en otras también como en El fin del romance, ambas con bastantes puntos de común, pero en Lejos del cielo, es tanto lo que se dice en silencio....su manera de andar...de sonreír o simplemente no haciéndolo...
Me parece una película excelente. Los aspectos formales están decididos con una sabiduría cinematográfica evidente: el guión es magnífico, la fotografía es deslumbrante, es un homenaje al cine de hace unas décadas, y la banda sonora, además de resultar de una enorme eficacia.....Todo está contemplado al milímetro. Pero, además, es un film valiente. Nos relata con gran intensidad dramática una historia personal en el contexto de una ciudad claustrofóbica, con unos habitantes que están presos en sus convencionalismos y en su ideología reaccionaria y cerrada a la comprensión de su propia realidad. En el interior de una familia burguesa también pasan cosas, inesperadas y difíciles de encajar. Sin embargo, el personaje que interpreta Julianne Moore, se enfrenta a ellas con entereza, sinceridad y buen ánimo. Eso le hace enfrentarse a esa ideología dominante. No sólo es una película reflexiva, con un acento inequívocamente progresista. Es también una película en donde todos los elementos juegan a la perfección sus propios cometidos. No hay fisuras. Hay cine de muchos kilates, de gran calidad, de profundo interés.....El señor Whitaker, buen profesional, felizmente casado y con dos hijos, descubre su homosexualidad. Es descubierto por su esposa, y ésta mantiene a partir de este momento una actitud de dignidad que le hace enfrentarse a los estrechos corsés ideológicos de la localidad donde viven.
Todd Haynes, el director de esta magnífica película, lleva a la pantalla un melodrama que se desarrolla en los años en los que el cine no podía tratar con absoluta libertad temas como el racismo, la homosexualidad, el puritanismo; y envolviendo a Cathy de colores pastel, de vestidos vaporosos pero con gusto, como el detalle del pañuelo que se lleva el viento es todo un símbolo, los coches, los parques, los jardines, las hojas y las flores.... flores blancas del final de la película como una esperanza, con todo ello, el espectador es capaz de ver más allá de la superficie de esta mujer. Sin duda la fotografía, algo oscura en los interiores, pero espléndida en los exteriores, produce en el espectador ese sentimiento de estar viviendo el drama que sufre nuestra protagonista. A esta película se acercarán muchos espectadores pensando que es un film que trata de la homosexualidad o que trata del racismo, pero sufren un error los que así piensan, ya que la película trata sobre el derecho que tiene una mujer, y cualquier persona, a ser feliz. Todd Haynes construyó en 2.002 un proyecto donde nos trasladaba a aquellos años 50, al dirigir una arriesgada trama para la época, y hacernos partícipes del matrimonio entre un homosexual que se negaba a serlo, y una deliciosa mujer que, aún sospechando, mira hacia otro lado. Resulta paradójico observar en esta segunda década de siglo, que los homosexuales casados siguen siendo un buen número... Hombres que no aceptan su condición ahogándola entre el alcohol y una vida oculta al margen de familia e hijos. Estoy convencido que muchos de quienes lean esta crítica, pensarán en lo exagerado de mi comentario. Sé de lo que hablo... Este año se de encuentros con hombres casados, que buscan satisfacer su verdadera naturaleza de la que intentan huir, pero no consiguen escapar. Tal vez alguno que me esté leyendo se sentirá identificado, renegando contra mi, porque hablo sin pudor de lo que siempre se ha arrastrado oculto.
Entrañable película, a veces los americanos te sorprenden y hacen maravillas como esta.
Una de las mejores películas de los últimos años, con diferencia, empezando por los grandes valores humanos y familiares que la película tiene además de unas preciosas actuaciones además de estar genialmente ambientada todo ello gracias a las buenas manos del director. Un hombre de familia con la familia perfecta en la casa perfecta admite y reconoce su homosexualidad destrozando con ello a una preciosa mujer y todo lo que ello lleva consigo, ejemplo claro de la influencia de la sociedad y la religión en las tendencias sexuales de las personas, sin darse cuenta del daño que esta influencia puede causar. Segundo tema que trata es el racismo, los americanos fueron los que utilizaban a los negros como esclavos y aquí son tratados como criados sin considerárseles personas, una preciosa ama de casa va más allá de todo eso, ve en el interior de las personas, sus valores humanos sin preocuparse por su color de piel Esos dos temas son tratados de una manera sin igual y tan sensibles, vividos ambos por esa mujer y perfecta ama de casa, y entabla una preciosa amistad con una persona de color, Julianne Moore hace una interpretación e íntegra desde el principio al final. Quizás sea demasiado perfecta, pero asume el dolor de la pérdida de su matrimonio y la crítica... todo ello llevado con dignidad humana además de dolor que esas críticas y pérdidas suponen. La película es preciosa además de genialmente dirigida y ambientada, pensada al detalle, además de disfrutar de los preciosos colores que el otoño nos pueda presentar, una perfección para poder mostrar lo más bajo de una sociedad y en este caso el fiel reflejo de la sociedad americana.
Una de las mejores películas de los últimos años.
Lejos del cielo es una lección de moral, acerca de cómo los prejuicios con la gente pueden con nuestro propio modo de ser y de cómo esa gente a la que se odia sin razón sale perjudicada por nuestra culpa, basada en los 50 en una Norteamérica muy bien configurada, en algunos aspectos no dista mucho de la época actual, sobre todo en las relaciones de las personas con otras personas 'diferentes' a ellos. Por otro lado, a pesar, de que es una excelente plasmación de la sociedad.
Me parece increíble como el tema de los malos tratos, cuando Dennis Quaid golpea a su esposa y se pasa completamente por alto, es más ella se siente culpable por ello. Por otro lado, es vergonzoso que mujeres con carrera fueran súbditas de sus maridos. El tratamiento de la homosexualidad y hablar del racismo.... en el Norte de América era zona no racista, y no porque no lo fuera, sino porque todos los negros vivían en los Estados del Sur...donde nuestro protagonista tiene que huir.
Sencillamente: vergonzoso.
Lejos del cielo es un mosaico real, brutal, sensible y una obra maestra de esas que se quedan con letras de fuego en la mente de todos los que amamos el cine