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LA ENTREVISTA

DE

HITCHCOCK Y FRAUFFAUT

 

 

 

 

 

 

 

 

En el año 1962. Un joven cineasta francés, que unos años antes había iniciado con sus primeras películas "Los 400 golpes", y junto a directores de la talla de Jean Luc Godard, Claude Chabrol, Alain Resnais o Jacques Rivette, entre otros, el movimiento cinematográfico conocido como la "Novelle Vague"; y que al mismo tiempo, publicaba críticas de cine en la prestigiosa revista francesa "Cahiers du Cinéma"; decidió ponerse en contacto con el maestro del suspense Alfred Hitchcock, al que había conocido unos años atrás mientras éste se encontraba inmerso en el rodaje de "Atrapa a un ladrón", y al que tanto admiraba, para hacerle una entrevista. Fueron ocho intensos días, los cuales tanto el maestro como su admirador y luego también discípulo predilecto, sentados uno frente al otro alrededor de una mesa de los estudios Universal, debatieron minuciosamente todos los entresijos de la trayectoria de uno de los autores más importantes del momento, que por esa época había estrenado su obra cumbre "Psicosis", y asimismo, se encontraba en la postproducción de "Los Pájaros". El cineasta francés registró en numerosas cintas. para no perder ni el más mínimo detalle, una conversación que años después fue plasmada en el libro "El cine según Hitchcock", lectura indispensable para cualquier cinéfilo que se precie, y que cumple medio siglo de su publicación. Si habéis leído el libro mítico de Truffaut del 66, creo, este documental apenas aporta algo más que ilustrar con imágenes en movimiento algunas de las cosas que allí se dicen junto con los comentarios de destacados cineastas, entre ellos Scorsese con el que Kente Jones ha colaborado en documentales anteriores. Para los que no lo hayan leído constituye un buen aperitivo, una pequeña parte seleccionada del análisis exhaustivo que Truffaut planificó de la obra de Hitchcock pero que contiene la esencia del mismo y es que Hitchcock era un autor reflejando en sus películas su personalidad y sus obsesiones por encima del entretenimiento de masas y del género, el suspense, en el que se sustentaba su obra. Un director puramente visual que nunca renunció a escribir con la imagen, heredero de los origines más puros de la época del silente, donde el sonoro aún no había cercenado en la mayoría de los autores futuros la maravilla de contar historias y expresar sensaciones y sentimientos con la manipulación de las imágenes.

 

 


 

Con motivo del aniversario del aclamado libro, el crítico y cineasta estadounidense Kent Jones, del cual cabe decir que atesora una experiencia más que suficiente en el mundo del documental, tras filmar  "Lady by the Sea: The Statue of Liberty" (2004), "Val Lewton: el hombre en la sombra" (2007) y sobretodo "Una carta a Elia" (A Letter to Elia, 2010), este último centrado en la figura del gran director Elia Kazan; se ha hecho cargo de llevar a la gran pantalla el ya mítico encuentro entre estos dos grandes genios. Para llevar a cabo este documental, Jones ha plasmado la esencia del libro, a través de sus mejores textos, acompañados de una importante cantidad de imágenes de archivo. Por si esto fuera poco, y es aquí donde el filme que nos concierne destaca y se torna interesante; el director ha invitado a diversos de los mejores realizadores del panorama cinematográfico actual, entre los que se encuentran Martin Scorsese, David Fincher, Richard Linklater, Wes Anderson, Peter Bogdanovich, James Gray, Kiyoshi Kurosawa u Olivier Assayas, entre otros... que cuentan sus experiencias al visionar las películas del maestro británico, conformando un inteligente retrato de la evolución en la forma de hacer y entender el cine a lo largo de su historia; y a su vez, es interesante comprobar de primera mano la influencia que el cine de Hitchcock ha tenido sobre todos ellos. Quizás el que más me haya gustado ha sido Scorsese, sobretodo cuando nos relata lo turbador que supuso visionar tales obras por primera vez, pero como después le alentaron para definir ese estilo característico de su cine.

Sin duda, este documental es verdaderamente fundamental para analizar la genial obra del maestro del suspense, desgranando los aspectos psicológicos y filosóficos de sus películas. ¿Eran obras de arte o puro entretenimiento? ¿O tal vez eran las dos cosas? Hitchcock decía que solamente el espectador tenía la respuesta a tales cuestiones. Lo que queda claro es que el cineasta británico fue un maestro a la hora de promocionar sus películas, además, la quintaesencia de su cine era reconocible más allá del círculo cinéfilo, ya que sus películas atesoraban un discurso válido para los intelectuales como para el espectador medio. Así que el documental se puede entender como todo un ejercicio de estilo sobre cine dentro del cine, en el que el libro de Truffaut sirve como hilo conductor del mismo, estando estructurado de manera notable por Jones, tratando desde su periodo inicial hasta sus filmes más importantes; por otro lado, su corta duración y su preciso montaje propicia que no decaiga el ritmo en ningún momento y sus 80 minutos pasen sin darte cuenta. En definitiva, "Hitchcock/Truffaut" es un documental totalmente imprescindible, que sirve para explorar las maravillosas obras del maestro británico, y dar a conocer a las nuevas generaciones... también conocer el impacto que ha tenido (y aún sigue teniendo) en la hornada de cineastas actuales; y que además, como no podía ser de otra manera... rinde un sentido homenaje a Hitchcock, ensalzando la figura de uno de los autores más grandes e impresionantes que ha dado el Séptimo Arte en toda su historia.

Lo más valioso de Truffaut como crítico es, sin duda, su libro sobre Hitchcock. No porque sea el mejor escrito, de hecho, hay artículos de Cahiers que lo superan ampliamente en su faz literaria, sino porque es el más fiel al estilo, a la visión del mundo de Truffaut. Además porque es quizás la pieza escrita con mayor amor y respeto por la pasión de la cinefilia. Pocas veces un libro nos contagió tanta necesidad de ver, entender y crear cine, ¡Cuantas veces quisimos ser Truffaut a medida que dábamos vuelta aquellas queridas páginas! Lo más genial de ese trabajo fue que Truffaut, quizás sin saberlo —o siendo plenamente consciente y prestándose al juego (he aquí la incertidumbre genial)— se convirtió en un actor más de Hitchcock, en un partenaire de lujo que estaba en el momento justo para que la estrella rematara cada chiste, cada recuerdo u ocurrencia con la frase más feliz. Se lucía Hitchcock en cada capítulo y hoy entendemos que también lo hacía Truffaut con una sonrisa de oreja a oreja.

 

 

 

Es un documental ágil que ilustra de forma excelente el talento narrativo y visual, la inventiva formal, la perdurabilidad y vigencia del ingenio de Sir Alfred Hitchcock. Para ello coge algunos sabrosos ejemplos de su filmografía. con especial pericia resaltan los comentarios sobre ‘Vértigo’ y ‘Psicosis’, que muestran que estamos ante unos de los grandes genios del siglo XX. Se detiene también en algunas de sus obsesiones estilísticas recurrentes: como la de planificar concienzudamente sus cintas antes de empezar el rodaje, la de plantear todo el engranaje pensando en el espectador, en el efecto que quería conseguir en él, que los actores fuesen meros instrumentos en sus manos y que no le importaban tanto las caracteres que interpretaban como los arquetipos que representaban. Además otro acierto es incluir los comentarios de algunos colegas de profesión – cabe mencionar especialmente a Martin Scorsese, David Fincher o Wes Anderson – que aclaran el porqué de la maestría de Hitchcock, lo que significó y aún significa para ellos como cineastas. Destripan las entrañas sin desvelar del todo el misterio. Y claro está, en un poderoso fuera de campo queda François Truffaut, el alma y artífice de la función, porque sin su admirable libro de conversaciones con el genio londinense el mundo del celuloide se habría perdido un insuperable paradigma de amor al cine que lleva iluminando la bibliografía de todo cinéfilo que se precie desde hace medio siglo. Adicionalmente, el material sonoro y visual de archivo que se rescata para la propuesta es espléndido. Quizás este documental sepa a poco (son apenas 80 minutos) y uno hubiese deseado al menos otra media hora de ejemplos, de ilustraciones, de comentarios, de desmenuzamiento para disfrutar más tiempo con el cine y las propuestas de un genio inmarchitable del sétimo arte. Pero tal y como está, es del todo recomendable para cualquier devoto del cine, ya sea un hitchcockiano confeso o mero agnóstico. Acabará siendo un converso. Un buen porcentaje de los lectores del libro ‘El cine según Hitchcock’ que acudan a ver ‘Hitchcock / Truffaut’, lo harán con la opinión preconcebida de que van a ver un trabajo correcto que no aportará nada nuevo o diferente a la joyita "provocada" por Truffaut. Yo mismo entré en el cine repitiendo ,,, “Qué buen documental, pero es que el libro…”. Afortunadamente, nunca se sabe lo que puede acontecer en una sala oscura. A los cinéfilos que no hayan leído aún ‘El cine según Hitchcock’ les animo a que lo hagan. Participarán en una orgía de amor incondicional al cine en su variante de culto por la imagen. Un libro de consulta obligatoria.

En primer lugar tenemos la voz profunda y socarrona de Alfred “Hitch”. Esa voz, inconfundible, inimitable, lo siento por Anthony Hopkins y Gervasi, que en sí ya es mito-celuloide. Algo así como escuchar la voz de una sibila cadenciosa y masculina.  En segundo lugar, contamos en la cinta con las opiniones de Wes Anderson, Olivier Assayas, Peter Bogdanovich, Arnaud Desplechin, David Fincher, James Gray, Kiyoshi Kurosawa, Richard Linklater, Paul Schrader y Martin Scorsese. Kent Jones lo deja meridianamente claro. Aquí no se entrevista ni a las rubias de Hitch ni a críticos sesudos: el cine está en la dirección. “Los actores, para mí, son igual que ganado”, nos dice sir Alfred en una sus frases lapidarias. Son especialmente suculentas las intervenciones de Scorsese, con sus ojillos nerviosos y despiertos y sus dientes de avispado roedor. Kent Jones ha sabido ver que si el libro es un diálogo entre dos directores, la voz de otros directores sería un complemento idóneo y natural para sus páginas. La imagen pensada, pulida y trabajada, de Alfred Hitchcock. Esa imagen imperfecta y subyugante, por la que el maestro inglés quizás vendiera el alma a Lucifer. Esa imagen vibrante e infecciosa, pastosa e íntima. La imagen-Hitch es un lugar de ensueño y emoción, un arquetipo impuro que hipnotiza.

 

 

Dice Hitchcocck en la entrevista -de la que conservan imágenes, audio y fotografías- "yo busco el cine puro, un cine que sea entendido por japoneses e indios, porque las imágenes que vean les produzcan sentimientos parejos"... Como la imaginación de Hitchcock era visual, en forma de imágenes, y su formación fue la de un director del cine mudo, sus películas podrían entenderse, en buena parte, si prescindiéramos de los diálogos. La planificación de los filmes por parte de Hitchcock era milimétrica, y no importaba tanto la verosimilitud de la historia, como la fuerza poética, de Vértigo, Psicosis, y tantas otras. Usted hace películas con un trasfondo moral que camufla con tramas policiales o criminales, le pregunta Truffaut... Sí, responde el maestro. La culpa, verdadera o supuesta, ronda buena parte de sus argumentos.


 

 

 

"El Cine según Hitchcock" dicho por Truffaut: “un libro del que no me considero autor sino tan sólo iniciador o, mejor aún, provocador”. Así es como se titulaba el libro en su primera aparición cuando a Hitchcock todavía le quedaban 3 películas por rodar---- Topaz, Frenesí y La trama. A través de una conversación de por lo menos 50h sobre un cuestionario de 500 preguntas se analizaron las circunstancias que rodearon el nacimiento de cada film del maestro inglés, su elaboración, los problemas de la puesta en escena, la valoración del resultado comercial, etc. En definitiva, si de veras queréis entender el lenguaje cinematográfico en su vertiente más absolutamente visual, no dejéis de ver este documental hecho por y para todos los amantes del cine. De no habernos dejado de forma tan prematura a mediados de los años ochenta, el maestro François Truffaut hubiese cumplido este pasado febrero 84 años. Con esa edad, podía perfectamente seguir entre nosotros, y qué duda cabe que su aportación a este ya de por sí valioso y fantástico documental del director Kent Jones no hubiese tenido precio. Contamos con su testimonio a través de imágenes de archivo de la época, pero hubiese sido interesante ver qué opinaba hoy. “Hitchcock Truffaut” no es exactamente una adaptación del referencial “El cine según Hitchcock”, pero sí nos explica cómo se gestó el libro y se revela como un inmejorable complemento del mismo. La prueba evidente es que sales de la proyección con hambre de cine, un deseo irreprimible de revisar las películas que se citan en pantalla, y por supuesto de volver a sumergirte en la lectura de esa auténtica Biblia del cinéfilo que es la obra del cineasta francés.

 

Hitchcock también nos regaló parte de su sabiduría cinematográfica. Siempre se le ha llamado el “mago del suspense”, pero a partir de ahora dan ganas de llamarle el "mago" a secas. El cine para él era un juguete con el que experimentar, innovar y sorprender al espectador. Casi lo de menos era la historia y los actores a quienes consideraba “ganado” y a los que exprimía de un modo casi insoportable. Salgo, eso sí, con la sensación, de que debajo de esos kilos de socarronería, en Hitch se escondía un gran tímido, noto cierto pudor en desnudarse emocionalmente ante su nuevo amigo francés y desvelarle alguno de los trucos de su cine. Uno de los grandes méritos de la película de Jones es su ausencia de vocación totalizadora, tarea que hubiera resultado ímproba por inabarcable, tantos son los aspectos de la obra de Hitchcock dignos de ser abordados. Acierta, por tanto, el director al centrarse en elementos parciales y concretos de la vasta creatividad hitchcockiana, apoyándose para ello en las voces de directores de varias generaciones que explican lo que supuso el cine del genio en sus vidas y trayectorias, cómo les influyó y la valoración que les merece el libro de Truffaut. Gracias al documental averiguamos que Hitchcock aceptó rápidamente el ofrecimiento de Truffaut para mantener el encuentro, que este acudió acompañado de una asistente que hizo las veces de traductora e intérprete y que la sintonía entre ambos fue absoluta desde el primer momento. Escuchamos, además, cortes de la conversación mantenida, que Hitchcock en ocasiones cortaba abruptamente si no quería que algo saliera a la luz. También vemos planos de las sesiones fotográficas tomadas durante la cumbre, en algunos de los cuales los directores posan fumando enormes puros. Toda la copiosa obra de Hitchcock impregna el documental, ya que siempre hay algún aspecto técnico brillante o novedoso que reseñar, aunque Jones se detiene especialmente en Psicosis y Vértigo, poseedoras de algunas de las escenas más memorables de la historia del cine. Por boca de los protagonistas corroboramos algunos datos conocidos, como la escasa consideración en que Hitchcock tenía al gremio actoral, por más que acostumbrara a trabajar con grandes estrellas.

 

 

 

Sirvan como muestra del afecto y admiración profesados por Truffaut las palabras que le dedicó al maestro cuando este fue homenajeado por el American Film Institute en 1979: “Aquí en América ustedes le llaman Hitch, nosotros en Francia le llamamos Monsieur Hitchcock”. Pocos meses después el genio británico moría. Posiblemente no exista mejor involuntario epitafio, de leyenda a leyenda. Truffaut era un gran admirador de Hitchcock y de hecho, en este documental podemos ver diferentes influencias que cogió Truffaut de Hitchcock para hacer sus películas. En el documental, el director Kent Jones no intenta analizar el cine de Hitchcock, que deja a un segundo plano, sino que más bien intenta recuperar el libro de Truffaut para hacerlo visible en la gran pantalla. Recuperando, incluso, algunas de las grabaciones originales de la entrevista entre Hitchcock y Truffaut. Por otra parte, el papel del catolicismo y su culpabilidad también se presenta en sus obras, como en el de "Psycho" (1960). Un último tema, y seguramente el más destacado del genio del suspense, es la gran habilidad para el encuadre de los planes. Siempre de presión milimétrica y por un sentido concreto, como el del coche en "Psycho" o el del famoso beso entre Cary Grand e Ingrid Bergman en "Notorious "(1946). En el documental, sin embargo, falta hablar de los cameos que hizo Hitchcock en muchas de sus por películas, como "Strangers on a Train" (1951) o "Rear Window" (1954), al igual que no habla mucho del Hitchcock guionista. Por otro lado, tampoco menciona demasiado la que fue durante toda su vida la mano derecha del director británico, su mujer, Alma Reville. Solo se habla de ella unos segundos al principio del documental. Seguramente, Truffaut, y posteriormente Kent Jones con este documental, quiso enseñar al público lo maravilloso que era Hitchcock como director, de su paso de Gran Bretaña en Hollywood y de sus fabulosas películas, dejando de lado otras de sus virtudes cinematográficas.


 

Aunque en su forma y estructura el documental se muestra poco trasgresor y más bien didáctico, no deja de ser una placentera revisión a uno de los elementales y más influyentes libros sobre cine, y a sus protagonistas, de quienes el documental exige al espectador conocer la obra que se muestra y analiza. Estimulante es este documental que captura la esencia de dos de los más grandes directores de cine en su apasionada charla sobre el arte de hacer cine. Totalmente imperdible ¿Qué se puede decir sobre Alfred Hitchcock que no se haya dicho ya? El británico es uno de los directores de cine más reconocibles a nivel internacional, poseedor de una valía cinematográfica que hace que sus películas sean gratificantes para un amante del séptimo arte a la vez que son un delicioso pasatiempo para el cinéfilo ocasional. Pocos artistas de su calibre han logrado contentar a todo tipo de público. Y comentamos esto en tiempo presente porque, lógicamente, el cine es inmortal. Hitchcock ya no está entre nosotros, pero su legado fílmico se mantiene más vivo que nunca, generando día tras día multitud de textos sobre las peculiaridades de su obra. Precisamente este es uno de los textos más relevantes sobre él y lo escribió otro director, François Truffaut. El cine según Hitchcock es el nombre del libro que recopila una serie de entrevistas que el francés, ya consolidado tras las cámaras, realizó al cineasta británico. En ellas se descompone la obra cinematográfica del director inglés hasta la fecha, haciendo especial hincapié en los pequeños detalles que definían sus películas pero, sobre todo, en la perspectiva general de uno de los directores más alabados del mundo.

 

 

Es lugar común decir que a la mayoría de las películas les sobra metraje, que se podría haber acortado tal o cual escena o que cierta subtrama está más alargada de lo que debería. Sin embargo, hay ocasiones en las que se echa en falta un mayor desarrollo de algunos aspectos y ese es el caso de este documental, que se hace corto  y le deja a uno con ganas de que se hubieran explorado unos cuantos detalles. Sin ir más lejos, que se hubiera hablado un poco más de otras películas de Hitchcock por las que aquí se pasa de puntillas, como Rebeca, La ventana indiscreta, La soga (Rope; 1948), Crimen perfecto (Dial M for Murder; 1954),  así como de otras de las similitudes entre el realizador británico y el francés. Se comenta la influencia de la infancia de ambos en su obra, del miedo a la policía de Hitchcock y la búsqueda de una figura paterna en Truffaut, pero se pasa por alto un tema interesante como es el paralelismo en su relación con las actrices. Mientras Hitchcock las deseó y tuvo que conformarse con la observación de Grace Kelly, Kim Novak o Tippi Hedren, construyendo una imagen a tono con sus fantasías,,,,rubias de aspecto gélido y apasionado interior... Truffaut las concedió un carácter más abierto y más intrépido en el ámbito amoroso y mantuvo relaciones con varias de ellas, como es el caso de Jeanne Moreau, Catherine Deneuve o Fanny Ardant. Si Vértigo podría leerse como la cinta más autobiográfica de Hitchcock, con ese protagonista obsesionado con crear una mujer que responda a sus deseos, la equivalencia en Truffaut estaría en El amante del amor (L’homme qui aimait les femmes; 1977), en ese hombre que deseó y amó a todas las mujeres que pasaron por su lado. Dice Kent Jones que Hitchcock/Truffaut no pretende complacer a los cinéfilos y este tono, más divulgativo que erudito, se trasluce en estas exploraciones apenas abordadas y que podrían haber dado lugar a un documental mucho más jugoso. A pesar de ello, el producto final es de un indudable interés y pone su granito de arena para que las nuevas generaciones se sientan interesadas en saber un poco más sobre ese director del que quizá han oído hablar por la escena de la ducha y la música de Psicosis, tantas veces imitadas y parodiadas.

 

Hitchcock era un tipo gordo y lujurioso que filmaba películas entretenidas. Entonces, llegó aquel muchacho de la Nouvelle Vague y descubrió al mundo entero que tío Alfred era un artista de tomo y lomo, el campeón del cine, el mayor contador de historias de la historia del Séptimo Arte. Eso fue en su libro El cine según Hitchcock, y afirma William Goldman que arruinó la carrera del realizador, quien empezó a tomarse muy en serio e inició su declive. Es posible que me lluevan los insultos, pero alguien tenía que decirlo. El documental repasa la gestación del libro, la larguísima entrevista concedida por Hitch a Truffaut, en la que habla de todas sus películas una por una. Se les ve a los dos mano a mano, con la intérprete Helen Scott ayudando a que se entendieran, aunque cada uno sabía el idioma del otro. Hitchcock habla con mucha seguridad y un punto de arrogancia, desechando algunas sugerencias del joven francés. Alguien que había sido capaz de filmar maravillas como Vértigo, Psicosis, Con la muerte en los talones o tantas otras bien podía tener el ego bastante inflado. Aparecen algunos cineastas de cierto prestigio, como el sobrevalorado David Fincher o el prometedor Wes Anderson, dando su opinión, pero creo que todo está dicho y aclarado en el libro. Siendo el documental muy atractivo para el cinéfilo, mi recomendación es que vayáis corriendo a la librería de cabecera y compréis el volumen de Truffaut. No tiene desperdicio. La cinta se adentra a través de los diferentes testimonios en la psicología y filosofía alambicada del cineasta británico y de cómo esta se vuelca en sus films, desde como en su infancia le marcó que su madre en connivencia con la policía le metiera en un calabozo, a su honda fe cristiana, que se ve en muchos detalles de sus obras y sobre todo en la figura (clásica suya) del falso culpable, su mundo onírico (lo de que el vaso de leche este intra-iluminado en “Sospecha”), sus simbolismos visuales, ejemplo el erotismo que encierran soterrado que encierran muchas de sus escenas, el ejemplo que pone es cuando en “Vertigo” Kim Novak se tiñe de rubio en el baño mientras espera fuera James Stewart, esto Hitch lo explica como si una stripper que se quita su ropa, pero deja las bragas, y la turbación mientras espera el hombre la resume en que Stewart tiene una erección. Con mucho recurso freudiano, el modo de dilatar y contraer los tiempos en función de crear emociones en el espectador, la colocación de la cámara en subjetivo para involucrarnos en la acción, las opresivas perspectivas como cenitales (esto como alegoría de ojo de Dios desde las alturas), planos nadir, holandeses, tomas aéreas (Scorsese ve en el plano aéreo de “Los pájaros” connotaciones religiosas, Hitchcock explica que solo fue un recurso para economizar, las dos versiones son compatibles) o la superposición de imágenes (ello en metáfora de pensamiento), todo con la pragmática labor de no aburrir y expresar mejor las elucubraciones mentales de los diferentes personajes. Oímos a Hitch su visión de los actores, para él simple carne necesaria para la realización de sus obras, carne a la que no anhelaba dar forma o fondo, le interesaban más sus personalidades de modo cliché, esta carne en algunos casos se rebelaba, ejemplo que pone el de Montgomery Clift oponiéndose a sus ordenes por carecer de lógica (según el actor), esto enlaza con la visión que tiene Hitch de la lógica en el cine, y es que dice que la lógica es aburrida, es por ello que sus cintas están repletas de momentos (sutiles) surrealistas envueltas en lo onírico. El documental indaga de modo hábil en la inventiva visual del realizador, en el modo cuasi-enfermizo de enfatizar por medio de la edición (ejemplo la clase de montaje de la mítica escena de la ducha en “Psycho”) todo ello pensando en remover y hacer vibrar al espectador.

 

A estas alturas de la película se hace complicado imaginar que haya alguien a quien Hitchcock le pueda parecer un director de segunda. Sin embargo, hubo un tiempo en el que las películas del maestro inglés eran denigradas y catalogadas como simples entretenimientos, sobre todo en Hollywood, que todos sabemos cómo se las gastan los ejecutivos de La Meca del cine cuando aparece alguien que quiere innovar y salirse de los cánones establecidos, valga el ejemplo de un tal (y autóctono) Orson Welles que, al igual que Hitchcock nunca llegó a ser reconocido. Con este punto de partida, el crítico y escritor de cine Kent Jones nos trae en su cuarto documental el relato de la entrevista entre los dos cineastas, y de cómo la publicación del libro influyó en generaciones posteriores. Así, mezclando fotografías tomadas del encuentro, grabaciones de las conversaciones donde encontramos al Hitchcock más íntimo e irónico, fragmentos de las películas y declaraciones de directores actuales, el film cuenta cómo se fue elaborando el libro. Martin Scorsese, colaborador habitual en los trabajos de Jones, Wes Anderson, Olivier Assayas, James Gray, Peter Bogdanovich, David Fincher, Kiyoshi Kurosawa y Richard Linklater, nos dan su punto de vista sobre el libro y el director de Los pájaros y sobre cómo ha influido en sus carreras. Así se van desgranando varios films del maestro del suspense, haciendo especial hincapié en Vértigo y Psicosis, que revelan a Hitchcock como un genio en la puesta en escena y dirección de actores. Llama la atención en ese aspecto la profunda admiración que siente Truffaut, uno de los impulsores de la Nouvelle Vague donde la improvisación era casi obligatoria, por un director tan opuesto al él, enfermizamente calculador, y con el que consigue una gran empatía.


Un documental obligatorio para cualquier amante del séptimo arte, que no sólo como homenaje a Alfred Hitchcock, sino al mismo cine, y al propio Truffaut como lección de vida en cuanto a aprender a mirar un poco más allá de lo que la cámara nos muestra.


En conjunto una buena forma de acercarse a la figura de uno de los grandes directores del cine,